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Unión Liberal CubanaPor Elías Amor Bravo, ValenciaLa constitución de la Asamblea Nacional de Cuba y la elección de los principales cargos que deben regir el país, tras la renuncia de Fidel Castro, vuelve a confirmar la ausencia de cualquier indicio de cambio o de transformación del actual régimen político y económico, que ha resultado en un rotundo fracaso histórico.En mi opinión, la designación de Raúl Castro como máximo dirigente político e institucional del país supone aproximar a Cuba a lo que fueron las civilizaciones antiguas, como el Egipto faraónico, con una dinastía en el poder, los Castro, cuya permanencia y continuidad, a tenor del amplio número de familiares engendrados, puede no tener límites.No había motivo alguno, al menos en principio, para esperar algo mejor de una entidad cuya elección es antidemocrática, con procedimientos que en modo alguno se aproximan a los típicos de la democracia pluralista y occidental. La Asamblea no es una institución democrática, es un organismo que nace muerto, basado en un proceso ideado por Fidel Castro para garantizar que el partido único mantenga la hegemonía política, sin que los disidentes o los que piensan de forma alternativa, puedan expresar libremente sus propuestas y obtener el apoyo ciudadano. La Asamblea Nacional de Cuba es, ante todo, un instrumento al servicio de la cúpula de poder castrista, una simple y sencilla correa de transmisión de órdenes y mandatos que, ni siquiera, tienen su origen en los debates y propuestas de los integrantes de la misma, y que se deben obedecer a ciegas. En tales condiciones, poco sentido tiene esperar que esta institución, creada por el castrismo para revestir lo que en realidad es actualmente Cuba, una dictadura comunista y totalitaria, pueda servir para nada que no sea seguir las reglas del juego y acatar. En tales condiciones, el mejor favor que la Asamblea puede hacer para el futuro de Cuba es disolverse, acordar su extinción y abrir un espacio político para cambios en profundidad en el sistema político del país. Pero eso, también es bastante improbable.Por este motivo, la designación de Raúl Castro como sucesor de su hermano, Fidel, no ha causado sorpresa a los observadores y analistas. Tampoco a la población de la Isla, que ya lo había descontado desde el verano de 2006 cuando Castro cedió temporalmente sus funciones de máximo dirigente, tras la grave enfermedad que puso en riesgo su vida. Quizás por ello, los cubanos se han mantenido mucho más distantes y fríos hacia las deliberaciones de la Asamblea nacional que los reporteros y observadores internacionales establecidos en La Habana. Raúl Castro se enfrenta, esta vez en soledad y bajo la mirada distante, pero exigente de su hermano, a su verdadero papel histórico, y de acuerdo con la experiencia del último año y medio, también cabe esperar muy poco de él. Más de lo mismo. Mantener la presión sobre los disidentes, amenazar con la cárcel y la prisión política a los desafectos con el régimen, controlar las voces críticas y tratar de ganar tiempo. Esa es la misma receta que puso en marcha su hermano desde el período especial, y de seguro, Raúl Castro hará lo mismo.Y no cabe esperar cambios de Raúl Castro por varias razones.Primero, porque carece del valor suficiente para ello. Chávez seguirá siendo la fuente principal de recursos de Cuba a cambio de las columnas de Fidel Castro, mientras el petróleo siga siendo un buen negocio. Las remesas de las familias de exiliados sirven para compensar el notable desequilibrio de las cuentas externas. A lo mejor hay que dar algún impulso al turismo. Y poco más. Se mantendrá la escasez de alimentos, la doble moneda en circulación, la persecución a la propiedad privada y al mercado, y cualquier actividad que suponga abrir espacios alternativos en la hegemonía totalitaria comunista.Segundo, porque no va a ser capaz de desmontar el sistema institucional y político de su hermano. Para empezar, no es su objetivo. Precisamente su poder se basa en el mantenimiento y, si cabe, aumento, de las prebendas a aquellos que le otorgan el apoyo, fundamentalmente el ejército y el Minint. Cualquier proceso orientado a debilitar esas bases de apoyo político irá en contra de sus propios intereses.Tercero, porque a pesar del enorme poder que atesora, Raúl Castro sabe que en cualquier momento puede tener un adversario. El no es Fidel Castro, y sus decisiones, hasta cierto punto, pueden ser cuestionadas. Rodearse de la vieja guardia significa eso. Carecer de poder real. En los últimos años, y con grandes dificultades, la disidencia política se ha abierto camino en la Isla. Se trata de un proceso bajo control de las autoridades y que se mantiene con la observación directa de los comités de defensa y los batallones de respuesta rápida. Pero es evidente que en Cuba algo se mueve, y ello tiene mucho que ver con la reacción social frente a Raúl Castro. La incorporación de los viejos comunistas a la dirección colegiada del país, parece responder a la estrategia de asumir, también de forma colectiva, una mayor presión sobre la disidencia interna.Cuarto, por simple ciclo vital. Con 76 años de edad, qué futuro espera a Raúl Castro y a los cubanos. La economía, según algunos analistas, necesitará como mínimo 16 años para remontar su actual parálisis, ¿cuántos años tendrá Raúl Castro entonces, y sobre todo, qué beneficios puede obtener para sí de adoptar las medidas necesarias para transformar el país?La Asamblea Nacional ha desperdiciado la oportunidad de dar un salto histórico a los herederos de Fidel Castro, y renovar en profundidad sus estructuras. En ausencia de este proceso, que habría trasladado síntomas de cambio y de transformación, ganando previsiblemente apoyos y simpatías internacionales, nada cabe esperar del régimen castrista. El raulismo, como posible corriente de innovación y de cambio, se va a agotar muy pronto. Las expectativas de una sociedad cansada, carente de convicciones y a la que la batalla de las ideas impulsada por sectores talibanes próximos a Fidel Castro ya no le aporta gran cosa, van a quedar ampliamente defraudadas. Pero, ¿es que no es precisamente eso el régimen de Fidel Castro?