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ElNuevoHaraldMadrid La Cuba real de la calle, la pobreza, la oposición pacífica, los presos políticos, las cárceles, las franjas marginales y la esperanza sitiada por el estado totalitario, circula viva y cercana este mes en España en las 350 páginas de prosa del libro Emigrar al patíbulo y otras crónicas de horror y de humor, del periodista Ricardo González Alfonso.Es una obra dividida en ocho capítulos que incluye una selección de la labor del escritor cubano tanto en sus tiempos como comunicador independiente en La Habana, como en los siete años que pasó en prisión (lo habían condenado a 20) en los que, al tiempo que adelantaba sus relatos testimoniales, preparó dos libros de poemas. Editado por Aduana Vieja, el libro tiene un prólogo vigoroso y esencial firmado por el periodista español Vicente Botín, el experimentado corresponsal de televisión en Cuba que enfocó la realidad cubana con lucidez, profesionalismo y honestidad. Emigrar al patíbulo y otras crónicas de horror y de humor está llamado a convertirse en una obra de referencia para conocer la vida que los panfletos gubernamentales tratan de ocultar. Y, ahora mismo, en un repaso por sus hojas, se puede constatar que muchas de las historias que González Alfonso ha seleccionado para su antología, tienen una vigencia absoluta porque aquella sociedad vive paralizada, como diría el poeta, ante un espejo roto.Hay, por otra parte, crónicas de primera escritas en su periodo de corresponsal de Reporteros sin Fronteras, comentarios políticos y análisis agudos de ciertos momentos del pasado y hay otras estremecedoras y fuertes sufridas en la cárcel, como la que le da título al libro y retrata los últimos minutos de la vida del joven Lorenzo Copello Castillo, fusilado en la primavera de 2003.González Alfonso le entra a esa historia con un párrafo sobre el que habrá de volver siempre a la hora de hablar del periodismo alternativo cubano: Convivir en un calabozo con un condenado a muerte es intrincarse en el laberinto de una vida ajena que comienza a pertenecernos, a dolernos. Cuando abrieron la puerta de la celda tapiada y vi por primera vez a Lorenzo Enrique Copello Castillo, no imaginé que lo fusilarían en una semana.El tono general del libro consigue un equilibrio entre esos puntos dramáticos y el humor, la ironía que el autor utiliza con desenvoltura en casi todas sus piezas. Ese amasiato explosivo le da su carácter al libro y es el que obliga a Botín a convocar a Groucho Marx para decir en un momento: El escritor cubano y el cómico estadounidense recorren junto los nueve círculos del infierno cubano y fruto de ese viaje es esta obra que puede parecer una broma feroz y fúnebre, pero que es la mejor forma de describir una realidad que es a la vez cruel y ridícula.Estamos frente a la obra de un hombre que disfruta y padece la temperatura de las palabras. Alguien que la usa con altura para narrar la historia de los días como periodista. Y para dejar el recuerdo, como poeta, de algunos episodios sin horarios.Invito a una lectura de Emigrar al patíbulo y otras crónicas de humor y de horror.