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Unión Liberal Cubana)Por:
Tomás Eloy MartínezPara La Nación, Buenos AiresEnero 22, 2004 Innumerables veces durante las últimas tres décadas circuló el rumor, falso, de que Fidel Castro había muerto. La versión que empezó a difundirse el viernes 16 fue, sin embargo, más verosímil que todas las anteriores. . El 3 de enero Castro festejó con una apariencia de salud perfecta los cuarenta y cinco años de su dictadura. Ese día, adornado con las charreteras doradas y rojas que lleva en las galas mayores, pronunció un discurso menos largo de lo usual. Afirmó entonces que los jefes de la revolución cubana habían emprendido su lucha en busca sólo de la justicia social, nunca de la gloria, y que sin imaginarlo habían escrito, pese a todo, "una página histórica sin precedentes..."La celebración empezó con algunos números de danza moderna, coros de niños, bailes de un grupo español y boleros cantados por Omara Portuondo. Fidel parecía agotado y en algunos momentos del discurso le flaqueó la voz. Once días más tarde, el miércoles 14, afrontó una jornada demoledora. Se acostó de madrugada -según el rumor-, durante la mañana conversó extensamente con Hugo Chávez, y después recibió a Luis Garzón, alcalde de Bogotá. Fue Garzón quien lanzó la primera voz de alarma. Dijo que Fidel daba la impresión de estar "muy enfermo" y que hablaba con dificultad. El viernes, a eso de las cuatro de la tarde, se propagó la noticia de que había sufrido un ataque al corazón. . La versión se abrió paso como un escalofrío en el aula magna de la Universidad de Miami mientras estaba hablando allí el notorio y estridente Roger Noriega, subsecretario de Estado para asuntos latinoamericanos.Noriega había dicho, precisamente, en el primer tramo de su discurso, que Castro no iba a vivir para siempre y que, a su muerte, sería inevitable en Cuba "un rápido cambio democrático y un gobierno elegido por el pueblo". Por decisión de George W. Bush, Noriega actúa como coordinador de un grupo de trabajo integrado por cien miembros tomados del Consejo Nacional de Seguridad y de los departamentos de Estado, el Tesoro, Comercio y Seguridad Interna, cuya misión es aconsejar las acciones que, con toda rapidez, los Estados Unidos deben ejecutar a la muerte de Castro.Aunque el informe a Bush debe ser entregado el 1° de mayo, Noriega adelantó ya que el plan incluye la creación de" instituciones básicas de libre empresa" e ideas para "mejorar la infraestructura, proveer sistemas nuevos de salud, de vivienda y de servicios urbanos": algo así como una versión, a escala menor, de lo que se está haciendo en Irak, en otro alarde de expansión imperial.Aunque el pretexto oficial de la comisión Post-Castro es prevenir las oleadas migratorias que, ante la certeza de la muerte del caudillo, podrían crear un caos en la isla y en la Florida, tanta efervescencia es otra señal de que el gobierno norteamericano sigue considerando la situación cubana como un asunto doméstico, igual que hace medio siglo.Castro va a cumplir 78 años el 13 de agosto y, en verdad, sus reflejos no son ya tan veloces y eficaces. La insumisión crece en la isla y el único modo de aplacarla que se le ocurre es una represión mayor. A veces no castiga la insumisión sino la lisa y llana disidencia, como sucedió en abril pasado, cuando tres personas fueron fusiladas y un número impreciso de opositores fue apresado, por razones de seguridad que siguen siendo inconvincentes.Uno de los detenidos era un bibliotecario de 51 años, Víctor Arroyo, cuyo crimen, parece, consiste en haber establecido una red para el préstamo de libros no autorizada por el gobierno. La acusación oficial se basó en la posesión de un fax y de publicaciones que exhortaban a derrocar al régimen. Algunas fueron exhibidas en el juicio, pero Arroyo negó que le pertenecieran. El bibliotecario fue sentenciado a veintiséis años de prisión. A mediados de diciembre protestó por el trato violento a un prisionero y se lo confinó en el aislamiento y la oscuridad. Quienes lo vieron por última vez informaron que sufría de diarreas incesantes, presión alta y que había perdido más de quince kilos. Sólo alguien que teme a los libros, —y en sus buenos tiempos Fidel no los temía: era un lector voraz— puede castigar con esa saña el amor por los libros.Desde que tomó el poder, en 1959, Castro persistió más y mejor que los diez presidentes norteamericanos que se sucedieron, afrontando airosamente un embargo comercial que, en verdad, lo ha beneficiado como argumento de propaganda mucho más de lo que ha perdido en intercambio de mercancías. El embargo le sirvió de incesante justificación para explicar las adversidades económicas de la isla, tanto hacia adentro como hacia afuera. En septiembre pasado, tres de las figuras con mayor estatura moral del último medio siglo dijeron que la excusa había derogado. En un artículo que apareció en The Washington Post, el polaco Lech Walesa, el checo Vaclav Hável y el húngaro Arpad Goncz escribieron: "Ya es tiempo de poner a un lado las disputas transatlánticas sobre el embargo en Cuba y concentrarse, más bien, en el apoyo directo a los cubanos disidentes, en los prisioneros de conciencia y en sus familias".Es verdad que la muerte de Castro abre un abismo. Hay incontables vaticinios sobre lo que podría suceder y aún más ideas sobre cómo llenar el vacío. Castro ha señalado más de una vez que el régimen comunista de partido único lo sobrevivirá, pero por bien atados que estén los cabos para la sucesión no parece fácil que así sea.En principio, podría imaginarse una oleada de caos. O varias. Algo semejante se temía en España durante la lenta agonía del dictador Francisco Franco —que gobernó treinta y seis años, nueve menos que Castro hasta ahora— y, sin embargo, los grupos adversarios firmaron un pacto de coincidencia y sacaron el país adelante. Los odios eran allí ciegos, como entre los cubanos, pero los políticos de diverso signo llevaban años preparándose para una transición ordenada. En Cuba, eso no ha sucedido ni parece posible. Se puede imaginar, sin miedo al exceso, que millares de exiliados intentarán regresar de inmediato a la isla, aunque lleven años asentados en otra parte. Muchos de los viejos terratenientes, o sus hijos, esgrimirán títulos de propiedad y tratarán de recuperar sus casas, ocupadas desde hace mucho por otra gente. Algunas de esas casas se vendieron a terceros por precios irrisorios, lo que podría suscitar varios juicios simultáneos por el mismo pedazo de terreno. Otros cubanos, temiendo una guerra civil, quizás aprovechen el desorden para emprender el éxodo con el que llevan años soñando.Estados Unidos, por supuesto, intentará influir sobre el proceso de transición de modo activo. El comité Post-Castro —al que en diciembre bautizó el dictador como "ese grupo de idiotas"— ya tendrá entonces un plan avanzado, y Bush se esforzará por ponerlo en marcha. Si Castro muere antes de las elecciones de noviembre próximo, la sucesión se convertirá en una prioridad absoluta para el presidente norteamericano, quien debe su cargo al puñado de votos cubanos —presumiblemente cubanos— que volcó el tablero a su favor en Florida.Cuando se anuncia la muerte de un dictador se teme lo peor y, casi siempre, nada terrible pasa. Todo indica que el fin de Castro podría ser la trágica excepción a esa norma.
De
yumileisy a 30 de Setembro de 2004 às 12:20
Tiene mucha razon la Fisioterapeuta,
gracias
De manuela a 25 de Junho de 2004 às 17:13
Los problemas de Cuba son de Cuba y de lo cubanos.
Es muy facil hablar sin conocer y difundir injurias y calumnias de un pais donde hace mas de 45 anos esta sufriendo un bloqueo por parte de los eeuu del que nadie comenta.
Mas quisiera el resto del mundo tener un Jefe de estado como es Fidel Castro.
Algun dia la historia le dara la razon, ya demasiado tarde, quizas.
Fisioterapeuta espanhola.
De
re21 a 29 de Janeiro de 2004 às 21:53
A propósito de Cuba,o governo cubano adiou as medidas que iriam restringir ainda mais o acesso dos cubanos à Internet,o que prova o que mais lá para trás disse,há Internet em Cuba e cidadãos cubanos ligados à Net,só espero que o adiamento dessas medidas seja por muito tempo.A utilização da Internet por parte de alguns(poucos) cubanos não deixa de ser uma porta muito pequenina ao mundo exterior,apesar de todas as contradições que o mundo exterior tem,mas é bom para esses cubanos,é assim como a esperança vista por um buraco no muro da intolerância do regime cubano.
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